VENICE SIMPLOM ORIENT EXPRESS, kilómetros de leyenda.

Este tren no necesita presentación, pues es de todos bien conocido, en parte gracias a la novela Asesinato en el Orient Express (1934) de Agatha Christie, y películas como Drácula de Bram Stoker (1992) o Desde Rusia con amor (1963), de la saga del famoso Agente 007, que lo usaron como escenario, o incluso hilo conductor, en sus tramas.

Aunque su protagonismo no se debe solo a invenciones literarias o de la gran pantalla. Ha sido testigo de numerosos hechos históricos como cuando, en 1901, los frenos fallaron y la locomotora se detuvo en el interior de un restaurante. En 1918 se firmó un armisticio previo al Tratado de Versalles en uno de sus coches de viajeros. En 1920, el presidente francés Paul Deschanel renunció a su cargo después de caer por una de las ventanillas, tras haber ingerido gran cantidad de somníferos. El rey Carol II de Rumania huyó de su país durante la revolución partisana en uno de estos trenes, llevándose consigo dinero, joyas, cuadros y todo cuanto pudo. En marzo de 1945, Hitler ordenó a las SS volar por los aires el CIWL nº 2410, coche en el que se firmó el armisticio tras la Primera Guerra Mundial, símbolo humillante de la derrota alemana.

Bienvenida al Belmond Venice Simplon Orient Express en la estación de Santa Lucia en Venecia.

También algunas historias de espías se han constatado como ciertas, como la del inglés Robert Baden-Powell –fundador de los Scouts–, que, haciéndose pasar por entomólogo, transportaba entre las formas y colores de las alas de las mariposas plasmadas en sus bocetos, representaciones codificadas sobre la situación de las fortificaciones de la costa dálmata, que resultaron de gran ayuda para los ejércitos británico e italiano en la Primera Guerra Mundial. Celebridades como Marlene Dietrich, Mata Hari, Ernest Hemingway o Lawrence de Arabia cruzaron el continente en la ruta original.

Un tren que es todo un referente y que, aunque finalizó oficialmente tras décadas de declive el 19 de mayo de 1977, volvió a resurgir de sus cenizas, como el ave Fénix, transformado en el Venice Simplon Orient Express a partir de 1982.

Grand Canal, en Venecia

Extravagancia sobre ruedas

Además del clásico París-Estambul que únicamente se efectúa una vez al año, en el mes de septiembre, Orient Express ofrece otras posibilidades a bordo de su legendario tren, el Venice Simplon Orient Express, como el recorrido estándar de dos días y una noche entre Venecia y París, recorriendo cuatro países: Italia, Austria, Suiza, Francia y Reino Unido. También cuenta con variantes que efectúan paradas en Praga y Budapest.

El viaje que describimos a continuación comienza en la estación de Venecia a las 11.30 h de la mañana, para llegar a media tarde a Innsbruck. Prosigue hasta Zúrich, a donde arriba bien entrada la noche. Alcanza París a primera hora de la mañana del día siguiente y, tras cruzar el Eurotúnel en Calais en autobús, y cambiar en el lado inglés a otro mítico tren, el British Pullman, alcanza Londres sobre las 17.45 h de la tarde.

Todo en este tren trata de mantener la idea original de su creador, Georges Nagelmackers: lujo y extravagancia sobre ruedas. 18 vagones completamente restaurados de los años 20 y 30 componen el convoy, 12 coches cama, tres coches restaurante, un vagón bar y dos vagones extra que proporcionan alojamiento para el personal y almacenamiento para el equipaje y suministros.

Las cabinas, que constan de un gran sofá, un asiento y una pequeña mesa plegable, se convierten en una cómoda habitación con cama durante la noche, mientras los viajeros disfrutan de una exquisita cena en el vagón restaurante. Elegantemente camuflado hay un lavamanos con agua fría y caliente (este tipo de alojamiento no dispone de aseo). Si se quiere mayor confort, por un precio superior está disponible la gran suite, con una enorme cama doble, sala de estar, baño privado y ducha. Un mayordomo por coche se encarga de atender cualquier requerimiento a bordo y de servir a media tarde el té con pastelitos o el desayuno de la mañana directamente en la habitación.

La romántica Venecia

Una hora antes de la salida, los pasajeros revolotean por el andén de la estación de Santa Lucia en Venecia, esperando que haga su entrada triunfal el Venice Simplon Orient Express. La emoción es palpable. Entre los viajeros hay diplomáticos, banqueros, aristócratas, empresarios, artistas exitosos… y algún escritor, para quien quizás este viaje sea un modo de inspiración. Los bolsos Louis Vuitton, trajes de Armani y otros de extravagantes diseños compiten en acaparar la atención.

La ciudad de Venecia, desde donde parte el convoy, no está escogida al azar. El tren más célebre del mundo debía salir de la ciudad más romántica de Europa. Y Venecia lo es. Sus reducidas dimensiones la hacen perfecta para callejear sin dirección más allá de la archiconocida Piazza de San Marco, el Palazzo Ducale o el más que fotografiado Puente de Rialto, descubriendo la tranquilidad de sus estrechas callejuelas, como la Calletta Varisco que, con sus 53 cm, es una de las más estrechas del mundo.

Venecia, como es bien sabido, está rodeada de agua y su arteria principal es el Gran Canal, por donde navegan, a cualquier hora, vaporettos, lanchas y góndolas. Pasear en una de ellas puede ser una de las maneras más románticas de comenzar el viaje, pero hay que estar dispuesto a pagar la friolera de 80 € por un recorrido de 40 minutos.

Paisaje desde el tren en Brenner, población del Tyrol

Atravesando los Dolomitas

A las 11.30 h, el tren se pone en marcha en dirección este. Desde las ventanillas se van perdiendo de vista, paulatinamente, los edificios conforme avanzamos por la región del Véneto, y el verde se va adueñando del paisaje.

En el interior se sirve champagne Tattinger. Mientras lo degustan, algunos pasajeros prefieren dejar las puertas de su cabina abiertas, para poder ver el paisaje a ambos lados o charlar con otros compañeros de viaje.

A las 13.15 h el convoy se detiene unos instantes en la estación de Verona para seguir camino a Trento. Las viñas y los árboles frutales que nos han estado acompañando durante un buen rato quedan atrás y el paisaje se vuelve agreste y montañoso. Estamos pasando junto a los Dolomitas, la gran cordillera alpina que se extiende por el norte de Italia. Su formación geológica es diferente a la del resto de los Alpes; se caracteriza por vastos valles cubiertos por bosques y praderas desde las que se alzan imponentes, recortándose verticalmente por centenares de metros, numerosos y aislados macizos montañosos, algunos de más de 3.000 m de altura, formados en su mayor parte por una roca caliza de origen marino llamada dolomía, de donde toma su nombre.

Hora del desayuno en el Venice Simplon Orient Express

Dorada Innsbruck

La comida se sirve en dos turnos en sus tres restaurantes de lujo: Cote d’Azur, Etoile du Nord o el L’Oriental. El menú ofrece una carta de tres platos, destacando la langosta gratinada sobre crema de caviar y puré de patatas. De postre, una selección de quesos franceses y pastelitos. La lista de vinos es amplia, pero no están incluidos en el precio del pasaje.

A las 17.30 h el tren hace entrada en la estación de Innsbruck, donde la mayoría de los pasajeros desciende para estirar las piernas y tomar una foto.

Ubicada en un ancho meandro del Inn, la pequeña Innsbruck es la capital política y cultural del Tirol, así como una famosa estación invernal donde se han celebrado, en dos ocasiones, los Juegos Olímpicos. El casco antiguo, que se visita en un alegre paseo, rezuma elegancia y belleza. Se extiende entre el río y las calles Herzog Friedrich Strasse y María Theresien Strasse. Su esplendor se debe a la casa de los Habsburgo, especialmente a Maximiliano I, quien fijo aquí su residencia y la embelleció con palacios, columnas e iglesias, como la Hofkirche, donde está enterrado este y otros monarcas. A él se debe también el Tejadillo de Oro (Goldenes Dachl), del año 1500, que se abre en el antiguo palacio de los duques del Tirol. Se trata de un balcón galería, cubierto con tejas de cobre y decorado con relieves referentes a su vida y hazañas, que se ha convertido en el principal reclamo turístico de la ciudad.

Desde la Torre de la Ciudad (Stadtturm), situada muy cerca, se obtiene una buena panorámica de las casas y el río, enmarcados por los montes cercanos, Bergisel y Patscherkofel. Otra joya monumental es el palacio imperial, Hofburg, uno de los más espléndidos del pasado austriaco, por donde pasaron ilustres personajes como María Teresa y Sisí.

Bar lounge en el Belmond Venice Simplon Orient Express

Cena de gala camino a Zúrich

De nuevo en el tren, a partir de media tarde se requiere rigurosa etiqueta para celebrar la velada.El piano suena en el coche bar. Aquí los pasajeros esperan la hora de la cena escuchando música y tomando un cóctel, como el “Guilty 12”, creado por el camarero Walter en 2008 y que, según nos explica, contiene 12 ingredientes secretos que representan a cada uno de los asesinos de la trama de Asesinato en el Orient Express, la célebre novela de Agatha Christie. A pesar del nombre, nadie parece sentirse culpable por beberse un par de ellos.

Ya es noche oscura cuando el tren llega a Zúrich, la ciudad más grande de Suiza, situada a orillas del río Limmat y del lago Zúrich. Está considerada una de las urbes con mejor calidad de vida del mundo, y también, una de las más caras. Cuenta con más de 50 museos y un centenar de galerías de arte. Su última adquisición es el Museo FIFA, imprescindible entre los amantes del fútbol.

El monumento estrella es el Grossmünter, templo románico del siglo xv, que desempeñó un papel importante durante la Refoma de Lutero. Sus dos torres gemelas son visibles desde muchos puntos. Caminar por las callejuelas del casco antiguo, navegar en barco por el lago, tomar una copa a media tarde en Frau Gerold, o nadar en alguno de sus badis –zonas de baño a lo largo del río– son otros alicientes de esta cosmopolita ciudad.

Hora de la comida en el Belmond Venice Simplon Orient Express

Buenos días, París

Los viajeros al despertar deben presionan un botón de llamada para avisar al mayordomo de que les sirva el desayuno, que se toma individualmente en cada compartimento. El sol comienza a colarse por la ventana y el tren efectúa su entrada en la Gare de l’Est. Es el final de trayecto para algunos pasajeros, otros continuaremos camino hacia Londres.

París se debate siempre entre la vanguardia y la memoria, entre la renovación y la nostalgia. Tantas veces capital cultural del mundo, se resiste a perder el protagonismo que siempre ha tenido. Parques y jardines, calles y avenidas, bulevares y plazas son posiblemente lo primero que llama la atención al visitante cuando llega a esta gran urbe. Los Campos Elíseos, el Jardín de Luxemburgo, las Tullerías, el Champ de Mars, la plaza de los Inválidos son lugares que relajan, oxigenan. Impresiona el gótico de Notre-Dame (dañada tras el gran último incendio), el equilibrio metálico de la Torre Eiffel, la piedra albina del Sacré Coeur y su barrio de pintores, la capacidad artística del Louvre o la rigidez arquitectónica de la torre de Montparnasse, desde cuyos más de 210 m se puede admirar una vista de la ciudad que se extiende a sus pies cual manto pétreo salpicado por los plúmbeos y grisáceos tejados de las clásicas casas parisinas. La tranquilidad y el reposo de los cementerios contrasta con el tráfico y el movimiento de plazas como l’Etoile, donde desembocan doce avenidas, o la Concordia.

París es una ciudad que posiblemente cambia más que ninguna otra entre el día y la noche. La Ciudad de la Luz hace de esta forma honor a su sobrenombre. Una de las mejores maneras de comprobarlo es subir a bordo de un bateau mouche y navegar por el Sena, bajo sus puentes, admirando sus más famosos edificios.

El tren Belmond British Pullman luxury a su paso entre Folkestone y Londres

Calais y el Eurotúnel

Continúa el traqueteo del Orient Express. Sobre las 11 h de la mañana se sirve un delicioso brunch. Los camareros vestidos con su impecable traje negro y blanco contorsionan sus cuerpos para evitar que ningún plato o bandeja aterrice en el suelo. El placer de comer también entra por la vista y la cubertería de plata y la vajilla inglesa juegan un papel primordial.

A las 13.30 h se llega a Calais, donde descienden todos los pasajeros para cruzar el canal de la Mancha en un autocar de apoyo que nos espera en la misma estación. Tras pasar uno a uno por la aduana inglesa, los pasajeros vuelven a subir al autobús, y este se embarca en el interior de uno de los trenes Eurostar. Este túnel se inauguró el 6 de mayo de 1994 y permite hacer el recorrido entre Coquelles (Francia) y Folkestone (Reino Unido) en tan solo 35 minutos. Es el tercer túnel más largo del mundo y el primero en cuanto a tramo submarino.

Llegados al extremo inglés, el bus se dirige hacia la estación de tren de Folkestone, en la que un grupo de músicos amenizan la espera mientras aparece el British Pullman, donde continuaremos nuestro viaje.

Despedida en la estación de Innsbruck Hauptbahnhof.

El Orient británico

A las 16.10 h entra en el andén nº 1 el convoy marrón del British Pullman, un equivalente inglés al Venice Simplon Orient Express: una delicia de coches de estilo art déco, rescatados y restaurados de la edad de oro de los ferrocarriles británicos.

El Pullman hoy consta de 11 coches de evocadores nombres: Audrey, Gwen, Ibis, Minerva, Perseus… Nuestro coche es el Cygnus, y una placa en su interior nos recuerda que fue construido 1938. Entre sus servicios, consta el de haber asistido al funeral de Winston Churchill. Cada coche tiene su historia; el Phoenix, por ejemplo, fue destruido en un incendio en 1936, pero su chasis se salvó y fue recuperado en su totalidad en 1952. Hoy presume de una fina marquetería de flores, en madera de cerezo americano.

El convoy es arrastrado por una máquina diésel DB Schenker Class 67, aunque en ocasiones muy especiales utiliza una locomotora de vapor 35028 Clan Line, que necesita ir parando para rellenar el motor con agua.

A través de la ventana transcurren los típicos paisajes de la campiña inglesa, dominados por grandes prados verdes donde las ovejas pastan a sus anchas.

A las 17 h, como buenos ingleses se sirve el té, acompañado de brioches de pollo, sándwiches de salmón ahumado y trufa, delicias de solomillo asado, queso y pasteles dulces, todo ello elaborado por Claire Clark, una de las mejores chefs pasteleras del mundo.

Tren a su paso por los Dolomitas.

La estación Victoria

Almacenes, industrias y grafitis por doquier indican que dejamos atrás el campo y nos acercamos al centro de Londres, la capital británica. Al poco rato ya se dejan ver algunos autobuses rojos de dos pisos. Estamos entrando en la emblemática Victoria Station de Londres.

Son las 18.30 h y la estación es un hervidero de gente, la mayoría trabajadores que, una vez finalizada la jornada, regresan en tren a sus casas. La paz y la armonía que habíamos compartido en los dos días anteriores comienza a disiparse ante el estrés y el caos de la gran urbe europea. Bienvenidos a la realidad.

Viajeros en el tren Belmond British Pullman luxury en la estación Victoria de Londres.

FICHA TÉCNICA

Salida: Venecia.

Llegada: Londres

Distancia: 1.137 km.

Duración: 1 día, 6 h y 15 minutos (11:30 / 17:45)

Restauración a bordo: Sí.

Países: Italia, Austria, Suiza, Francia y Reino Unido

Tipo de tren: Tren turístico

Precio: Desde 4.750 €

Otros destinos: Turquía, Rumania, Hungría y Republica Checa

Más info: www.belmond.com

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