Este Parque Natural de la costa almeriense, formado por un impresionante paisaje desértico bañado por las aguas del Mediterráneo, goza durante todo el año de temperaturas muy agradables. Escápate en busca del sol.
Hay pocos lugares cercanos donde gozar de un clima cálido durante todo el año y poder perderse en el tiempo. Éste es uno de ellos. En el litoral almeriense del Cabo de Gata hay pueblecitos de pescadores y, en el interior, pequeñas alquerías que transmiten sosiego. Este enclave, por fortuna, ha escapado al urbanismo desenfrenado que padece en litoral andaluz, debido a que el 23 de diciembre de 1987 fue declarado Parque Natural Marítimo-Terrestre, el primer espacio protegido de estas características creado en España. Es el mejor complejo volcánico fósil de la península: acantilados impresionantes, dunas petrificadas, estepa litoral sobre coladas de lava, conos volcánicos que configuran un paisaje ondulado y saladares poblados por miles de flamencos y otras aves migratorias y limícolas, que dan vida a este singular espacio de clima subdesértico que se mantiene casi virgen.

Playas solitarias
La costa del Parque guarda las mejores y más solitarias playas de Andalucía. Es un lugar inmejorable para disfrutar durante todo el año del mar, con un sol que brilla casi a diario; la comarca tiene 3.000 horas de sol anuales y una temperatura media al año de 20 ºC. Aquí es posible bañarse a lo largo de unos miles de metros cuadrados prácticamente a solas, acompañados sólo por la armonía del silencio y de un paisaje desértico único, que dota a las playas de una plástica espectacular. Mónsul, Genoveses, Arco, Playazo, Muertos, San Pedro, En medio y del Plomo son algunas de las más hermosas que se reparten a lo largo de los 45 kilómetros de costa que tiene el Cabo de Gata. Hay también un gran número de calas recónditas donde practicar el nudismo. Sin embargo, no es posible eludir la impronta que el turismo está dejando. La virginidad de este espacio protegido está apunto de violarse. Un ejemplo es el famoso del hotel levantado en la playa del Algarrobico, en el término municipal de Carboneras. Las obras se paralizaron en 2006, pero sus 20 plantas aún están pendientes de demolición.

Costa de piratas
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, debido a su poca demografía y a un litoral muy abrupto donde numerosas calas escondidas eran potenciales embarcaderos, el Cabo de Gata se convirtió en un gran escondite de piratas berberiscos, que lo utilizaban como base logística para llevar acabo ataques tanto en tierra como mar adentro. Para luchar contra la piratería las autoridades levantaron un gran sistema defensivo compuesto por torres vigía y pequeños castillos a lo largo de toda la costa, que aún hoy se mantiene. Las torres con las vistas más bonitas son la de los Lobos, la de la Mesa de Roldán y la de la Vela Blanca. Los castillos más sorprendentes son el de San Felipe, erigido en los Escullos sobre bellísimas dunas fósiles, junto al mítico Cerro del Fraile, y el de San Ramón, ubicado en el extremo oriental del Playazo, creando una estampa muy singular, que hace de esta playa una de las más fotografiadas.

Una arquitectura sorprendente.
Además del paisaje y la vegetación desértica, lo que más te sorprenderá es la arquitectura tradicional; caracterizada por cúpulas que emergen del suelo, cortijos de diseño minimalista o pueblos de casas cuadradas enjalbegadas con techos planos, que parecen haber sido levantados para el deleite del viajero. Sin embargo, sólo buscan la funcionalidad y la eficacia. La sencillez de la arquitectura responde a la escasez histórica de recursos que ha tenido el lugar. Los techos planos son para recoger la poca agua que llueve y almacenarla en aljibes cubiertos por sugerentes cúpulas blancas. El blanco de las edificaciones, por supuesto, para luchar contra el calor y los numerosos molinos para moler los granos que producía una comarca eminentemente cerealística. También se pueden ver alguna vieja noria que servía para sacar agua del subsuelo. La arquitectura con los rasgos más puros se halla en las aldeas y cortijadas del interior, algunas ubicadas fuera de la zona de protección del Parque, como Los Albaricoques, Fernán Pérez, las Hortichuelas, la Cortijada de los Martínez o el Cortijo del Fraile, donde sucedieron los hechos que inspiraron a García Lorca sus “Bodas de Sangre”
