La cordillera cuenta con un conjunto de servicios extenso, pensado para la actividad en la montaña, perfecto para vivir con la familia y amigos. Entre cumbres, valles y paisajes de ensueño, estos lugares abren sus puertas más allá de la oferta de nieve.
El Pirineo de Lleida es un territorio para descubrir con la familia. Gracias a la nieve, ha desarrollado un modelo de vida y ocio con multitud de servicios en torno a las
actividades de invierno que practican y disfrutan chicos y mayores. Desde los que se calzan unos esquís por primera vez hasta los más experimentados, el esquí permite vivir experien-cias de forma conjunta. La nieve ha estado siempre presente en estas montañas y hace más de un siglo los primeros pirineístas empezaron a cruzarlas. Así se sembró la semilla de la que es hoy una sociedad que vive en torno a la montaña y la nieve como motor económico hasta convertir el Pirineo en un destino de referencia.

Once razones para esquiar
Hasta once estaciones de esquí forman la radiografía del Pirineo de Lleida. Más de 500 kilómetros esquiables se distribuyen en seis estaciones de esquí alpino y cinco de nórdico. Esta variedad permite disfrutar del esquí como el deporte rey del invierno con la máxima seguridad, atención y todos los servicios necesarios.
El esquí alpino se constituye a través de Baqueira Beret (Val d’Aran), Boí Taüll (Alta Ribagorça), Port del Comte (Solsonès), Tavascan, Espot Esquí y Port Ainé (Pallars Sobirà). Entre todas suman más de 350 kilómetros de dominio esquiable, una de las ofertas más atractivas de Europa. Los refugios del Pirineo se esconden entre bosques y montañas como lugar de bienvenida para los amantes del esquí nórdico: Sant Joan de l’Erm y Tuixent-La Vansa (Alt Urgell), Virós-Vallferrera y Tavascan (Pallars Sobirà), Aransa y Lles de Cerdanya (Cerdanya), suman cerca de 150 kilómetros de circuitos de esquí de fondo, a los que hay que añadir los más de veinte que aportan Beret y Tavascan. Además, para

pasear con raquetas de nieve hay un total de 140 kilómetros marcados para esta modalidad.
La comunión con la naturaleza está siempre presente en el Pirineo. Este año, las cinco estaciones de esquí nórdico de la demarcación de Lleida estrenan cinco itinerarios ecoturísticos. Estas rutas, que durante el invierno se pueden hacer con raquetas y en verano practicando senderismo, amplían la oferta complementaria del esquí. Algunas están concebidas para divulgar la fauna y la flora y otras dan a conocer la vida y las tradiciones de la zona como los pastos, los aprovechamientos silvícolas, las antiguas rutas de comunicación o el encanto de sus pueblos.
En los últimos tiempos, sin embargo, hay que hablar de una nueva modalidad de deporte de invierno, el esquí de montaña. Se trata de una disciplina que tiene sus orígenes en los países nórdicos, como una manera de relacionarse con la naturaleza en invierno, basada en travesías para coronar cumbres o enlazar refugios. Hoy en día se ha potenciado como deporte y vive un boom entre deportistas experimentados, ya sea porque han esquiado toda la vida o porque lo combinan con la bici y el trailrunning en verano. Este crecimiento ha llegado al Pirineo leridano; si el año pasado la estación de Boí Taüll ya acogió los Campeonatos de Europa, este año lo hará con los Mundiales de esquí de montaña.
También denominado skimo, entraña un conocimiento del medio y del material clave para la práctica deportiva. Hay que saber utilizar un dispositivo de víctimas de avalancha, realizar una cata de nieve, emplear una sonda o una pala y estudiar las rutas. Es decir, una formación que implica por encima de toda la gestión de riesgos
Y es que entre los amantes del esquí de montaña no solo están los que salen fuera de los complejos deportivos. También ha surgido un nuevo usuario que entrena dentro de la estación para aprovechar la nieve pisada para prepararse con condiciones duras de cara a competiciones. Para evitar conflictos con los esquiadores de alpino, es habitual verles subir por los laterales de las pistas.

Cultura y carácter rural
La cultura del Pirineo es un espejo de sus gentes y tradiciones. Desde la época romana con los baños termales, el patrimonio medieval o la gastronomía, museos y la observación de animales o astronómica, todo está ideado para convivir con la montaña y un hambre insaciable de subir cumbres.
La cocina del Pirineo se elabora con paciencia, a fuego lento. Recetas milenarias, que combinan gustos con personalidad y aromas potentes, son la base de la gastronomía de montaña.
A lo largo de la historia, la gente de la montaña ha necesitado mucha energía para trabajar en la nieve y los bosques. Una tradición que hoy se mantiene muy presente con las últimas innovaciones culinarias. Además, la amplia oferta de bares y de restauración también es un espejo de la vida rural a través de sus platos y cartas. Asimismo, cada vez proliferan más negocios que apuestan por la cultura de tapas con productos de la tierra. Caza, setas, quesos y embutidos son algunas catas. Pero también destacan la ternera de los Pirineos Catalanes, con denominación de origen, el pollo de campo, la trucha, los patés, la escudella i carn d’olla, la olla aranesa y el trinxat (picadillo de verduras). Un amplio abanico de delicias que se pueden degustar en una gran variedad de ferias y muestras durante todo el año.
