Después de más de dos décadas en manos de China, Macao se ha convertido en el centro del juego mundial. Más de treinta casinos, y un rico legado histórico y cultural de marcado carácter luso, son los principales rasgos que la definen.
Poner un pie en Macao es saborear las mieles de una delicada fusión latino-asiática que es fruto de 486 años de presencia portuguesa. Está visible en las relaciones sociales, la arquitectura, el urbanismo, una sugerente gastronomía, y en todo aquello que tenga lugar en esta pequeña porción de territorio del sureste de China. Antes de deslindarse de Portugal era el Montecarlo de Asía y actualmente se ha convertido en el centro mundial del juego. Incluso ha superado en volumen de apuestas a las Vegas. Al margen de las deslumbrantes luces de los casinos, los grandes centros comerciales y los impresionantes edificios que han levantado prestigiosas cadenas hoteleras, hay un bellísimo centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que no deja indiferente a nadie. Después de recorrer medio mundo para llegar aquí, impacta pasear por un lugar que evoca continuamente a Portugal; hay momentos en los que uno puede tener la sensación de estar paseando por el barrio de la Baixa en Lisboa.

El 20 de diciembre de 1999 a las 00:00:00 mediante una solemne ceremonia Portugal devolvió la soberanía de Macao a China, dilatándose los actos de entrega hasta altas horas de la madrugada cuando todas las banderas rojo-verdes fueron sustituidas por la roja de la República Popular. Ésta fue la primera colonia europea en Asia y la última en ser abandonada. Quedaba así el territorio macaense unido al gigante asiático bajo el modelo de; “un país, dos sistemas”, formulado por Deng Xiaoping y aplicado desde hacía dos años en Hong Kong. Según las leyes acordadas por ambas partes, en los siguientes cincuenta años tras la retrocesión, es decir hasta 2049, Macao seguirá con su actual modelo socio económico y legislativo, conservando un régimen de visados independiente, la Pataca como moneda, el portugués y el chino como idiomas oficiales, pero ahora todo está controlado desde Pekín.
El territorio que ocupa la antigua colonia portuguesa tiene una extensión de 21,5 kilómetros cuadrados y está configurado por una pequeña península y dos islas: el área peninsular está ocupada por la ciudad de Macao, donde se concentra el mayor legado histórico y algunos casinos míticos; la isla de Taipa, donde se alzan los centros más espectaculares del juego, con casinos que quitan el hipo; y la isla de Coloane, la zona más deshabitada y menos frecuentada por los foráneos.

UNA MIRADA AL PASADO.
Casi nada queda de aquel poblado de pescadores que los primeros navegantes europeos encontraron, en una pequeña cala de la desembocadura del río Perla, tan solo el antiquísimo templo de A-Má. Donde los nativos adoraban, y se sigue adorando, a su diosa protectora. La de los marineros, que según los historiadores dio su nombre a la ciudad; A-Má Gao (en chino, Bahía de A-Má). Nada que ver con lo que encuentran las viajeras y viajeros de nuestro tiempo, que suelen iniciar su visita a Macao por el distrito central. En la peatonal plaza Largo do Senao, el corazón del centro histórico. Una plaza mayor que es la preferida por autóctonos y alóctonos para hacer shopping, o pasear por un espectacular mosaico a rayas blancas y negras que la pavimenta dibujando un relajante oleaje ante el que se despliega una magistral lección de arquitectura colonial lusa. Aquí destacan dos construcciones: una es el elegante edificio Leal Senado, que alberga los principales organismos administrativos de la ciudad, una interesante biblioteca que data de 1929 y el despacho del alcalde; y la otra es la Sagrada Casa de la Misericordia, fundada por el primer obispo de Macao en 1569, erigiéndose como el primer hospital de carácter occidental instalado en China, con el fin de ayudar a los más desfavorecidos. En el extremo norte de Largo do Senao se abre la pequeña plaza de Santo Domingo, que toma el nombre de la preciosa iglesia que acoge, levantada por los dominicos en 1587. en ella cada 13 de mayo tiene lugar la procesión de Nuestra Señora de Fátima, donde un grupo de mujeres católicas vestidas de blanco carga la imagen de la santa desde la Iglesia de Santo Domingo hasta la Capilla de nuestra Señora de Penha.

paseando por las calles angostas que hay en torno a la iglesia de Santo Domingo, flanqueadas por un gran número de anticuarios y tiendas que venden productos gastronómicos típicos, se llega al monumento más emblemático de la ciudad. Las magníficas ruinas de la iglesia de San Pablo. Su fachada y unas monumentales escaleras son los únicos restos que quedan de uno de los más importantes monumentos cristianos en Asia. La fachada es un ejemplo único de arquitectura occidental con rasgos orientales, donde se recrea la historia del cristianismo en este continente. No hay que dejar el centro histórico sin pasar por una de las calles legendarias de Macao, la rua da Felicidade. Antaño era el centro de la vida nocturna más canalla, donde había instalados un gran número de burdeles. Actualmente es una preciosa calle de casas tradicionales chinas restauradas, que, junto con sus alrededores, brinda una oferta de maravillosos restaurantes donde degustar la gastronomía local.
Si en algún momento deseamos tranquilidad, podemos hacer una pequeña escapada a la isla de Coloane, el lugar más tranquilo de Macao. Aquí es posible disfrutar de paseos en plena naturaleza y de playas relativamente interesantes. El principal atractivo lo tiene el pueblo de Coloane, donde se halla la capilla de San Francisco Javier, que fue construida en 1928.

LA GASTRONOMIA
Macao también es famosa por su gastronomía, muchas viajera y viajeros vienen hasta aquí sólo atraídos por la calidad culinaria del lugar. La oferta de restaurantes donde saborear la cocina local es apabullante. Tienen una gastronomía con muchísimas influencias, que ha generado un recetario único que no encontraremos en otra parte del mundo, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. En ella destacan influencias como la portuguesa, que además trajo con ella pinceladas africanas de Mozambique, la India y la cocina cantonesa.
Platos ineludibles para un no iniciado en la cocina macaense son la deliciosa Gallina africana, donde la cocina europea, africana, india y del sudeste asiático son fusionadas magistralmente; los expertos creen que debe su génesis a la época de la colonia portuguesa en Mozambique. El bacalao, también de herencia portuguesa, es otro producto que no hay que dejar de probar en cualquiera de sus diferentes recetas. Quizá, la más interesante sea el bacalao asado. El pato lacado y el dim sun, son otros clásicos. Y de postre, dos delicias de origen luso. La serradura, realizada con nata y galletas, y los pastéis de nata que son parecidos a los de Belém.

LOCOS POR EL JUEGO
La isla de Taipa es todo un homenaje a los excesos arquitectónicos y al juego. Fruto de la implantación masiva, a lo largo de las últimas dos décadas, de grandes cadenas hoteleras e inmensos centros destinados al ocio. Esta pequeña isla se ha convertido en el paradigma de la ostentación, su encanto reside en el juego y todo lo que gira en torno a él. Dos caras tiene Macao, en las que apoya su principal fuente de ingresos; el turismo. La romántica que brinda la huella que dejaron los portugueses en su centro histórico, y la disoluta, enmarcada por grandes complejos comerciales que giran alrededor del juego, el lujo y el exceso. Si durante siglos fue uno de los grandes centros del comercio asiático, en la actualidad se ha convertido en el casino del mundo. Hasta las puertas de estas catedrales de las apuestas llega público procedente de todo el mundo deseoso de grandes emociones. Resulta sorprendente como mujeres y hombres, de toda condición social quedan deslumbrados por las luces y la aparente opulencia que brindan los más de 30 casinos de Macao durante las 24 horas del día, que tienen como objetivo desplumar al prójimo. Todo un espectáculo que, aunque no se tenga ningún interés por el juego resulta interesante ver. Hay muchos que merecen una visita detenida: como el Venetian Macao, el mayor complejo de juegos del mundo ambientado en la Venecia del renacimiento que cuenta con un hotel de tres mil habitaciones, unos canales surcados por más de 40 góndolas que dibujan un gran centro comercial y un casino que ocupa 52,000 metros cuadrados con 870 mesas de juego; el deslumbrante Wynn; el modernísimo City of Dreams; y el Lisboa, uno de los casinos más antiguos que está ligado históricamente a la ciudad, que también se ha adaptado a los nuevos tiempos levantando frente a él el Grand Lisboa, un rascacielos con forma de flor de loto sustentado en sus pies por una inmensa esfera de cristal, que se ha convertido en uno de los emblemas de la ciudad.

Para depurar un poco el alma, después de sobrevivir o sucumbir, a los surrealistas fastos que brinda el gran negocio del juego. Resulta interesante ir al anochecer hasta una pequeña isla artificial, frente al parque de la Alameda Dr Carlos d´Assumpçao. En ella se alza con 20 metros de altura una estatua dorada de la diosa budista Kum Iam sobre un centro ecuménico, que hermana el confucionismo, el taoísmo y el budismo. A buen seguro, incluso la persona más agnóstica, volverá a percibir las cosas que verdaderamente dan la felicidad, y que son imposibles de conseguir con dinero.
